Como todo en la vida, viajar solo tiene dos caras. Por el lado positivo, uno no depende de nadie en la toma de desiciones, uno está constantemente conociendo gente nueva y las posibilidades se expanden casi hasta el horizonte. Por el lado negativo, uno llega a Goa y se encuentra que en este lugar de ensueño todos vienen de a dos y flores en el aire, y uno se descubre solo en una luna de miel.
¿Puede el paisaje, la playa y la cerveza ganarle a la incomodidad? De a ratos intento convencerme que si, pero la pregunta vuelve y vuelve una y otra vez.
Por suerte, ya el primer día, caminando por la playa, oigo que alguien me llama «¡Joaquín, Joaquín!». Como soy la única persona en este hemisferio que parece llamarse así, o por la forma en que la gente me mira cuando les digo mi nombre me lo hacen sentir así, me doy vuelta como reencuentro entre un niño y su perro y me encuentro, por segunda vez, con Kristina, una noruega con la que compartí ese día fatídico en Bollywood.
Entonces, con Kristina y sus 4 amigas Noruegas, todo vuelve a tomar color.
Goa, hasta 1960 parte del Imperio Portugués, es el estado más chico de la India y quizás uno de los más característicos. Apenas uno se baja del tren ya se nota que la arquitectura es claramente distinta, y que en los negocios, una persona de todo corte hindú se apellida Fernándes y se llama posiblemente Luiz.
Dias de playa y calor y más playa, y antes de irme ya empiezo a extrañar el lugar. Un mar tranquilo, caliente, un clima más caliente aún y la fácil disponibilidad de cerveza bien fría hacen de este un paraíso que si bien a primera vista parece reservado para parejas en viajes de enamorados, uno no queda exento de tener que venir a descubrir.
A todo eso hay que sumarle que por sólamente 6 dolares al día, uno se puede hacer acreedor de una cabaña que abra sobre la arena. Lo que a mi presupuesto le viene de maravillas y hace que este sea, de todos los destinos similares, uno de los más accesibles, si uno anda por acá.
Pero Goa no muere en sus playas, sino que una de las cosas que la hacen más particulares en la India y posiblemente en el mundo son sus iglesias.
Iglesias coloniales de todo tipo y color que uno no esperaría encontar en este lugar. Otra cosa que hace gracia, es cómo en el resto de la India, varios edificios se agrupan alrededor de las canchas de cricket, mientras en Goa son de fútbol.
En una pequeña localidad de la India al otro lado del mundo, se ven más camisetas de Messi que de cualquier otro gran jugador, lo que siempre es una buena sorpresa, y que vuelve a la pregunta de la vez pasada.
¿Quién es el argentino más famoso del mundo?
Dependiendo a quién le pregunte uno, la respuesta que uno va a conseguir.
Las mujeres o chicas, suelen decir Eva si es que dicen algo, los chicos van seguro por Messi, y los grandes por Maradona, pero absolutamente todos lo conocen al Che. Al Ché se lo puede ver impreso en cualquier cantidad de remeras y carteras y bolsos y carteles por todo el mundo, al punto tal que con varios viajantes aposté que no terminaba el día sin que vieramos una, y al día de hoy sigo invicto.
El Ché, el héroe romántico al servicio de la revolución por la libertad, o lo que sea que la gente piensa cuando se compra una camiseta de él, está en todos los puntos del planeta y llega a mujeres, chicos y grandes por igual, con lo cual se lleva mi voto y hasta que no hagamos una encuesta como la gente, eso debería bastar.
¡Saludos!
JM